La Confesión: Su Práctica Fructífera

SU PRÁCTICA FRUCTÍFERA

Este maravilloso y práctico librito explica de forma clara y minuciosa cómo hacer una buena Confesión, pero en mucho mayor detalle de lo que se cubre en la mayoría de los catecismos. Incluye un Examen de Conciencia (además de un análisis sobre la conciencia laxa, la conciencia escrupulosa y la conciencia dudosa), la contrición y sus cualidades necesarias, el propósito de enmienda y sus cualidades necesarias, evitando las ocasiones próximas de pecado, la propia confesión de los pecados al sacerdote, y la penitencia dada por el sacerdote. Este librito también explica la contrición perfecta e imperfecta y la forma de hacer actos de contrición perfecta. Luego considera la confesión sacrílega, la forma de corregir una mala Confesión y las razones para la Confesión General. La Confesión de los pecados veniales se analiza también, así como los muchos no anunciados beneficios de la Confesión frecuente.
Después de estas hermosas y claras explicaciones, el librito guía al lector en la preparación para una buena Confesión, incluyendo un Examen de Conciencia basado en los Diez Mandamientos de Dios, los Seis Preceptos de la Iglesia, los Siete Pecados Capitales, las obligaciones propias del particular  estado de vida de uno, y las obras de Misericordia Corporales y Espirituales. También se incluyen consideraciones para estimular la contrición y la oración antes y después de la Confesión.

Este realmente es un pequeño manual valiosísimo sobre la Confesión, lleno de las enseñanzas tradicionales de la Iglesia acerca del Sacramento de la Penitencia, un Sacramento que es a la vez salvación para aquellos en pecado mortal, y medio fácil, pero muy descuidado, para crecer en santidad para todos los Católicos.

LA CONFESIÓN: SU PRÁCTICA FRUCTÍFERA es un maravilloso librito de "cómo hacer" que todo Católico debería leer, y luego llevar siempre en el bolso o la guantera. Pues este libro debe ser llevado a la iglesia y utilizado y revisado una y otra vez, ya que, para la mayoría de las personas, la Confesión es la clave para la salvación, y LA CONFESIÓN: SU PRÁCTICA FRUCTÍFERA explica todo lo necesario para hacer una buena Confesión. Por lo tanto, estamos ofreciendo este librito de este modo con el fin de llegar a tantas personas como sea posible. La cuestión es la salvación de las almas y la paz en el mundo.

"Muchos de los que habían abrazado la fe vinieron a confesar abiertamente sus prácticas, y un buen número de los que se habían dedicado a la magia traían sus libros y los quemaban delante de todos. Se estimó que el valor de estos libros alcanzaba a unas cincuenta mil monedas de plata." -Hechos 19,18-19

LA CONFESIÓN
SU PRÁCTICA FRUCTÍFERA

"Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo." -Mateo 18:18

Este librito es la traducción de "Confession: Its Fruitful Practice"
Imprimatur: + John P. Cody, S.T.D.   Obispo de Kansas City - St. Joseph    29 de Mayo, 1957
Originalmente publicado por el Convento Benedictino de la Adoración Perpetua, Clyde, Missouri.
Revisado, expandido y republicado en el 2000 por TAN Books and Publishers, Inc.
Traducido y editadas las partes de los días de precepto, de los Cinco Preceptos de la Iglesia (pues en el original dice seis preceptos, considerando las leyes de la Iglesia respecto al matrimonio, y “Un Metodo Fácil para ir a la Confesión” para adaptarlo a Latinoamérica.

"Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan»." -Juan 20,21-23


CONTENIDO

1. Las Bendiciones de la Confesión
2. Las Cinco Cosas Necesarias para una Buena Confesión
Examen de conciencia
Conciencias Falsas y Sus Remedios - La Conciencia Laxa - La Conciencia Escrupulosa - La Conciencia Dudosa - Cómo Hacer un Buen Examen de Conciencia.
La Contrición
Las Cualidades de la Contrición - La Contrición Interior - La Contrición Sobrenatural - La Contrición perfecta e imperfecta - La Contrición Universal - La Máxima Contrición - Recaídas en Pecados Anteriores.
Propósito de enmienda
Las Ocasiones de Pecado - El Propósito de Enmienda Debe Ser Específico.
Confesión y Absolución
La Confesión de los Pecados - Cualidades de una buena Confesión - La Confesión de los Pecados Veniales – Las Confesiones sacrílegas – La Confesión General – La Confesión Frecuente - La Absolución del Sacerdote.
Satisfacción
La Penitencia Sacramental - Las Penitencias Voluntarias - Las Indulgencias.
3. Cómo hacer una buena Confesión
El Examen de Conciencia
Oración Inicial - Puntos para el Examen de Conciencia - Los Diez Mandamientos de Dios - Los Seis preceptos de la Iglesia - Los Siete Pecados Capitales - Deberes de los Particulares Estados de Vida – Obras de Misericordia Corporales y Espirituales.
Consideraciones para Estimular la Contrición
La Enormidad del Pecado - Beneficios de Dios para mí - El Amor de Jesucristo.
Oraciones para Antes de la Confesión
Acto de Contrición y Propósito de Enmienda - Oración ante un Crucifijo - Oración de Santa Gertrudis - Un acto de Contrición corto y eficaz.
Un Método Fácil de Ir a la Confesión
Oraciones para Después de la Confesión
Salmo 102 - Oración de Acción de Gracias – Oración para Antes de Realizar la Penitencia Sacramental.


Capítulo 1

Las Bendiciones de la Confesión
"DICHOSOS los que laven sus vestiduras en la Sangre del Cordero." (Apocalipsis 22,14). ¡Los Católicos verdaderamente se pueden llamar "bendecidos" por los medios que tienen para lavar las vestiduras de sus almas manchadas por el pecado en la Preciosa Sangre del Cordero de Dios en el Sacramento de la Penitencia! No hay duda de que la Confesión -especialmente la Confesión frecuente- es una bendición de valor incomparable para la humanidad.
El hombre no puede esperar mayor bendición en esta tierra que la verdadera paz del alma. El Sacramento de la Penitencia es una fuente perenne de paz. Es una fuente de consuelo indecible a los corazones humanos.
Este Sacramento da a cualquier y a cada miembro de la Iglesia Católica que ha transgredido las leyes santas de Dios un medio fácil y sencillo para obtener el perdón completo y ser restaurado a Su amistad. Este es su primer y principal efecto. Su segundo efecto es de acabar con la pena debida por los pecados: la pena eterna por completo, y la pena temporal en su totalidad o parcialmente, de acuerdo a las disposiciones del penitente.
Cierra las puertas del Infierno, que se abren para tragarse en el abismo infernal a las almas que deliberadamente se apartan de Dios por el pecado mortal y que rompen los vínculos que las unen a Él, prefiriendo su propia voluntad a la de Él. Una buena Confesión abre de nuevo las puertas del Cielo, que prohíbe la entrada a las almas mientras se mantengan en estado de pecado mortal.
Viste a las almas con la hermosa prenda nupcial de la Gracia Santificante, o hace la prenda aún más bella si el alma ya la posee.
Restaura méritos pasados, que se pierden, incluso con un solo pecado mortal.
Hace al alma de nuevo capaz de realizar actos meritorios de una recompensa eterna, lo cual es imposible si está en estado de pecado mortal.
Confiere gracias sacramentales, es decir, poderosas ayudas sobrenaturales para evitar el pecado en el futuro, y perseverar en el servicio de Dios.
Manda una petición para obtener las gracias especiales que el alma necesita para llevar una vida agradable a Dios.
Por último, controla pasiones pecaminosas e inclinaciones al mal.
Para participar en mayor medida de estas bendiciones del Sacramento de la Penitencia, es necesario que el penitente sepa cómo hacer una buena Confesión. Este manual es un intento de ayudar a las almas en este importante asunto, explicando los cinco requisitos de una buena Confesión, además de varios puntos que son de vital importancia para la fructuosa recepción de este Sacramento.


Capítulo 2

Las Cinco Cosas Necesarias para una Buena Confesión
Como todo Católico bien instruído sabe, las cinco cosas necesarias para una buena Confesión son: 1) Un Examen de Conciencia, 2) Contrición (o dolor) por el pecado, 3) Un Firme Propósito de Enmienda, 4) La Confesión del pecado de uno a un sacerdote, 5) Aceptación de la penitencia de uno (haciendo reparación por el pecado).

I.    EXAMEN DE CONCIENCIA
"Vayan a presentarse a los sacerdotes" (Lucas 17,14). Esta fue la orden dada por Nuestro Señor a los diez leprosos que había sanado. Este es también el mandato que Dios da a las almas que han contraído la enfermedad, mucho más repugnante, de la lepra espiritual; es decir, el pecado. El sacerdote ha sido designado por Nuestro Señor como un médico espiritual para curar las enfermedades del alma. Pero para hacerlo, el sacerdote, como cualquier otro médico, debe conocer la naturaleza de la enfermedad. En otras palabras, debe conocer los pecados que se han cometido. El penitente, por lo tanto, debe darle a conocer el estado exacto de su alma. Para obtener este conocimiento de sí mismo, es sin duda necesario para el penitente examinar seriamente su vida desde el momento de su última Confesión, reflexionando sobre sus pensamientos, palabras, obras y omisiones. Este escrutinio interior de uno mismo se llama Examen de Conciencia. Debería ser realizado con seriedad y cuidado, teniendo en cuenta la advertencia de San Pablo: "Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos condenados." (l Corintios 11,31).

A. CONCIENCIAS FALSAS Y SUS REMEDIOS
Un examen de conciencia diligente debería traer claramente a la mente del penitente sus pecados de pensamiento, palabra, obra, deseo y omisión, de acuerdo a su tipo, su número y sus circunstancias relevantes.


En este examen, dos faltas deben ser evitadas: 1) La laxitud (o negligencia) y 2) la escrupulosidad.

1. La Conciencia Laxa
Una conciencia laxa es una falsa conciencia. Es errónea porque es acomodadiza y muy de mente abierta. Pasa por alto pecados graves como si fueran de pequeña consecuencia. Cristo reprochó a los fariseos "ciegos" por esta falta, diciendo que eran "¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!" (Mateo 23,24). La conciencia laxa necesita del temor de Dios, que la Escritura nos dice que "es el comienzo de la sabiduría." (Salmo 110,10). El alma no piensa en la omnipotencia de Dios y la justicia retributiva. Presuntuosamente e intencionadamente se engaña a sí misma. Por último, llega a considerar asuntos graves como de poca importancia. De esta manera, se pone a sí misma en grave peligro de perderse para siempre.
Ya que todos deberíamos y debemos de vivir de acuerdo a una recta conciencia, es imperativa para acabar con todas las actitudes equivocadas, a fin de que este mentor que Dios nos ha dado pueda ser un guía seguro en nuestra vida espiritual. Una persona que tiene una conciencia laxa debe tratar de remediarla meditando con frecuencia sobre la enormidad del pecado y de la brevedad de la vida, sobre la Pasión de Nuestro Señor, y sobre los castigos horribles y sin fin del Infierno. Debería orar al Espíritu Santo por el don del verdadero discernimiento con respecto al pecado, por un santo y adecuado temor de Dios, por un verdadero horror al pecado, por arrepentimiento sincero por sus pecados y por una permanente compunción de corazón.

2. La Conciencia Escrupulosa
La conciencia escrupulosa es de mente estrecha y tímida. Siempre está en un estado de confusión y perturbación. Está oscurecida, por así decirlo, por una niebla y es incapaz de discernir entre el bien y el mal, entre el pecado y la tentación. Persiste en ver un grave mal moral donde no existe. A veces la escrupulosidad es permitida como una visita o prueba de Dios, quien en Sus inescrutables consejos lo permite para el bien del alma y para mayor gloria Suya. Pero Dios es el Dios de la paz y amor y no desea que las almas sean molestadas durante mucho tiempo por tal prueba. Por lo tanto, cuando la escrupulosidad viene de Dios, por lo general cesa después de un tiempo -si el alma es humilde y obediente. Los escrúpulos también pueden ser una tentación del diablo. En la mayoría de los casos, sin embargo, proceden de causas puramente naturales. Ciertas condiciones de la mente y el nerviosismo del cuerpo, problemas de salud, melancolía, pueden producir escrúpulos. Esta enfermedad de la conciencia puede llegar a un grado donde el alma ya no es capaz de pasar un juicio sereno y razonable sobre determinadas cuestiones morales, o incluso sobre cualquier cuestión de bien o mal. Una persona escrupulosa no tiene la luz para ver las cosas en su verdadero aspecto. A menudo le falta humildad y sumisión a su guía espiritual y tiende a la autosuficiencia y la voluntad propia. Si es así, se enfrenta al peligro de caer en el primer error, la laxitud, y eventualmente, su estado continuo de ansiedad puede afectar su mente.
Una persona escrupulosa necesita cultivar una confianza amorosa en Dios, como la de un niño, y debe obedecer a su confesor sin cuestionamientos. Los guías espirituales están de acuerdo en que la obediencia incondicional al confesor es el elemento más necesario para derrotar la escrupulosidad, y es a menudo el único medio de rescate. La meditación sobre los atributos de Dios de Bondad, Misericordia y Amor ayudará al alma afligida de escrúpulos conseguir la confianza y fidelidad en Dios. Tal persona debería evitar el ocio y todas las circunstancias externas que pueden producir o aumentar sus escrúpulos. En lugar de examinar minuciosamente una y otra vez toda pequeña falta –que tiende exagerar- el alma escrupulosa debe mirar sus escrúpulos así como un pequeño niño que reposa en los brazos de su amoroso padre mira a un perro ladrando ferozmente abajo en la tierra, porque así como el perro no puede hacerle daño al niño en lo más mínimo mientras se mantenga en los brazos de su padre, tampoco los escrúpulos pueden dañar al alma con tal de que honestamente busque agradar a Dios y confíe en Su amor. Con actos de amor y confianza en Dios, y con completa obediencia al confesor -que hay que subrayar una vez más- por lo general el alma puede alcanzar con el tiempo la paz de una verdadera conciencia.

3. La Conciencia Dudosa
A menudo las personas se encuentran en un estado de incertidumbre en cuanto si un acto es o no pecado. Es un principio moral que a uno no se le está permitido actuar cuando está en un estado de duda real. San Pablo dice: "Y todo lo que no se hace de buena fe es pecado." (Romanos 14:23). Si uno no está seguro si un determinado acto es pecado o no, es pecado realizar tal acto. La razón es que lo que tal persona demuestra es que está tan listo para hacer el mal como para hacer el bien. Cierto grado de certeza moral -es decir, como sería considerado suficiente por una persona prudente ordinaria- es necesario.
Como ejemplo, tomemos una duda que pudiera surgir en relación con el ayuno y la abstinencia en la víspera de una fiesta.* La persona sabe que las vigilias de algunas grandes fiestas son días de ayuno y abstinencia de carne, pero la pregunta surge en su mente sobre si el día antes de la fiesta de la Ascensión es o no tal día. Si comió carne en ese día, asumiendo que ese día no fue un día de ayuno y abstinencia, pero no se tomó la molestia de averiguarlo a ciencia cierta, pecaría por lo tanto, incluso a pesar que el ayuno y la abstinencia no fueron prescritos en realidad por la Iglesia. Su deber es asegurarse, si puede, si es o no es un día de ayuno y abstinencia, y de actuar como corresponde. Esto normalmente se puede hacer investigando o tomando como referencia un calendario Católico, aunque pueden surgir circunstancias en las que sería imposible en el momento resolver la duda. En este último caso, debería abstenerse de comer carne.
(*Este ejemplo está basado en leyes de la Iglesia sobre el ayuno y la abstinencia antes de 1960. -Editor, 2000.)

B. CÓMO HACER UN BUEN EXAMEN DE CONCIENCIA
Uno que va a confesarse con frecuencia no necesita pasar mucho tiempo examinando su conciencia, desgastando su mente sin ningún propósito y dándole a la escrupulosidad la oportunidad de ganar un punto de apoyo. El examen debería ser calmado, pero serio.
El primer paso es oración fervorosa al Espíritu Santo pidiéndole la luz y la gracia para conocer y detestar los pecados de uno. El examen debe traer a la mente el momento de la última buena Confesión y si fue o no fue la penitencia realizada. Debe cubrir los pecados de uno de pensamiento, palabra, obra, deseo y omisión:
1)  Contra los Mandamientos de Dios,
2)  Contra los Preceptos, o Leyes, de la Iglesia,
3)  En relación a los Siete Pecados Capitales,
4)  En relación a la negligencia de los deberes del estado de vida de uno, y
5)  En relación a las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales omitidas.
Aquellos que examinan sus conciencias todas las noches y van frecuentemente a la Confesión fácilmente recordarán cualquier pecado mortal que puedan haber cometido. Pero para los que van a la Confesión raramente y son adictos a hábitos pecaminosos, o han hecho una serie de Confesiones indignas, más que un vistazo rápido a su conciencia se necesita. Tales personas deben comenzar su examen de conciencia unos cuantos días antes de ir a la Confesión, recordando que esta Confesión tal vez pueda decidir el destino de su alma para la eternidad. Sería muy útil para ellos seguir una forma de examen, como la dada en este librito.

II. LA CONTRICIÓN
UN SINCERO examen de conciencia trae a una persona cara a cara con los muchos males y debilidades deplorables de su alma. Ella ha encontrado el número, tipo y gravedad de sus pecados, y esto debe llenarlo de confusión y hacerle exclamar con el publicano: " ¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!" (Lucas 18,13). Por lo tanto, pasará del auto-examen a la contrición.
La contrición es la clave para la misericordia y el perdón de Dios. Es la condición más esencial para una recepción digna del Sacramento de la Penitencia. El pecado es un gran mal. Aunque a veces puede afectar al cuerpo, su efecto principal es sobre el alma, porque separa al alma de Dios, o totalmente (en el caso de pecado mortal), o parcialmente (en el caso de los pecados veniales), aflojando los lazos de nuestra amistad con Dios. Para volver al favor de Dios con la Confesión, el pecador debe arrepentirse sinceramente de sus delitos. Debe estar verdaderamente arrepentido por una causa sobrenatural y detestar sus pecados con todo su corazón, con la firme resolución de no cometerlos de nuevo.
Sin este arrepentimiento o contrición, no puede haber perdón de los pecados. El sacerdote no tiene el poder de absolver a un pecador que no tiene verdadera contrición. Si intentara hacerlo, la absolución no tendrían ningún valor. Dios mismo no perdonará, y no puede perdonar, a quien no se arrepienta de sus pecados y este totalmente decidido a no ofenderlo más.
La contrición es definida por el Concilio de Trento como un intenso dolor y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar en adelante. (Sesión XIV, cap. 4). Nótese que la contrición es un dolor del alma, no del cuerpo. No consiste en palabras, o en las lágrimas, o en una emoción, o en golpearse el pecho, o en meros signos externos.
.
A.  LAS CUALIDADES DE LA CONTRICIÓN
La Verdadera Contrición tiene cuatro cualidades. Debe ser 1) Interior, 2) Sobrenatural, 3) Universal y 4) Suprema.

1. Contrición Interior
La Contrición es interior cuando viene del corazón. Por lo tanto, a menudo es llamada dolor "de corazón". No es necesario hacer esfuerzos violentos para estimular este dolor de corazón, pues tales esfuerzos a menudo producen ansiedad y resultan sólo en exhibición externa. Tampoco estar muy apesadumbrado por los pecados significa que uno debería estar preocupado por ellos. El arrepentimiento y la contrición son un efecto del amor de Dios; la ansiedad es un efecto del amor propio. La verdadera contrición es tranquila humilde. A veces es un dolor sensible, es decir, un dolor que se hace sentir, pero esto no es del todo esencial. La contrición es esencialmente un acto de la voluntad. Una persona tiene suficiente contrición cuando sus pecados le desagradan a tal grado que está decidida a no cometerlos de nuevo, si la ocasión se presentara de nuevo. San Francisco de Sales dice que la capacidad de desear es de gran poder con Dios, y uno tiene contrición por el simple hecho de que uno desea tenerla. Por lo tanto, si la voluntad está disgustada por encima de todo por haber cometido pecado, y si uno puede decir con el salmista: "odio y aborrezco la iniquidad" (Salmo 118:163), la contrición es buena y suficiente.
2. Contrición Sobrenatural
La verdadera contrición es sobrenatural. Se trata de una verdadera gracia del Espíritu Santo, y es despertada por motivos sobrenaturales. Los motivos sobrenaturales principales son:
1)La infinita bondad de Dios.
2)El sufrimiento y la muerte de Cristo.
3)La repugnancia del pecado.
4)La recompensa eterna perdida por el pecado..
5)La pena eterna de la que el pecado nos hace responsables.

Contrición Perfecta
La contrición perfecta es el dolor que proviene de un amor puro y perfecto de Dios, Quien es infinitamente bueno y perfecto en Sí mismo y merece todo nuestro amor. Es dolor por el pecado porque el pecado desagrada a Dios. Nuestro Señor dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente." (Mateo 22:37). Estas palabras contienen la esencia de la contrición perfecta, porque como el Concilio de Trento declara: "La contrición perfecta es aquella que se concibe  de un motivo de caridad, es decir, el amor de Dios como Él es en Sí mismo, o en razón de Su bondad."

Efectos de la Contrición Perfecta
La contrición perfecta inmediatamente limpia el alma de toda culpa de pecado y la reconcilia con Dios, aún fuera del Sacramento de la Penitencia. La contrición perfecta siempre incluye al menos un deseo implícito e intención de recibir el Sacramento de la Penitencia, y la obligación de confesar todos los pecados mortales aún continúa, incluso después de haber hecho un acto o actos de contrición perfecta. Hay que señalar también que si uno ha cometido un pecado mortal, la contrición perfecta sola sin el Sacramento de la Penitencia no es suficiente para recibir la Sagrada Comunión. La persona primero debe de ir a la Confesión Sacramental; de lo contrario, comete un pecado mortal de sacrilegio.
La contrición perfecta es necesaria como medio de salvación para los pecadores moribundos (en estado de pecado mortal) que no han recibido y no pueden recibir el Sacramento del Bautismo* y para  pecadores moribundos que, aunque estén bautizados, no pueden recibir el Sacramento de la PenitenciaLa contrición perfecta es la últimaúnica llave para el Cielo para los pecadores a la hora de la muerte (ya sean Católicos o no Católicos) que no pueden recurrir a las llaves de la misericordia de Dios confiadas a Sus sacerdotes en los Sacramentos de la Penitencia y la Unción de los Enfermos.
La contrición perfecta, sin embargo, no es necesaria para la recepción válida del sacramento de la Penitencia. Aquí, la contrición imperfecta (también llamada a veces atrición) es suficiente. Uno debe, sin embargo, esforzarse por tener contrición perfecta, pues mientras más grande es el dolor por el pecado, más agradable es para Dios y mayor es la pena temporal remitida con la recepción del Sacramento. Mayor también es el mérito del penitente, medida que determina su grado de gloria celestial.
*La salvación bajo estas circunstancias presume el don de la fe y el Bautismo de Deseo. -Editor, 2000.
Los teólogos están unánimemente de acuerdo que los meritos que se han perdido por el pecado mortal son restaurados con la recepción del Sacramento de la Penitencia. Es incierto, sin embargo, si todos los méritos antes de pecar son restaurados, o si estos méritos aumentan o disminuyen. Santo Tomás considera que los méritos se restauran en proporción a la disposición del penitente, de modo que "a veces sale el penitente en una mayor gracia de la que tenía antes, y a veces en una menor gracia." Obviamente, entonces, mientras más perfecta sea la contrición, mayor será la medida del mérito restaurado.
En el caso de una persona que no ha cometido ningún pecado mortal, la contrición perfecta (incluso fuera de la Confesión) incrementa y en mayor medida asegura el estado de gracia, perdona los pecados veniales de los que se arrepiente, cancela la pena temporal debida por los pecados, y fortalece y aumenta en el alma un verdadero y constante amor de Dios.

Cómo hacer Actos de Contrición Perfecta
La contrición perfecta es una gracia, una gran gracia, que brota del amor y la misericordia de Dios. Debe de ser seriamente buscada, no sólo en la preparación para la Confesión, sino habitualmente. "Dios mío, dame la gracia de un verdadero arrepentimiento, una perfecta contrición por mis pecados," debería ser una de nuestras oraciones más frecuentes. Para disponer el alma de contrición perfecta, uno debe ponerse, o bien en la realidad o en la imaginación, ante un crucifijo y ver las Heridas de Jesús,  reflexionando seriamente por un corto tiempo sobre Quién es el que sufre allí, sobre el terrible tormento que Él padece , sobre la vergüenza y el dolor que abruman esta inocente Víctima del pecado, y sobre el amor infinito con el que este Redentor misericordioso expió estos pecados. Luego, con el corazón y los labios, se puede repetir despacio y con fervor un acto de contrición (para un ejemplo véase "El amor de Jesucristo").

Contrición Imperfecta
Aunque, como hemos dicho, es mejor y más provechoso para el alma la contrición perfecta al recibir el Sacramento de la Penitencia, el segundo tipo de contrición sobrenatural, que llamamos contrición imperfecta, es suficiente para una buena Confesión. La contrición imperfecta, también llamada atrición, se define como ese dolor y odio  sobrenatural por el pecado  que proviene del rechazo de la atrocidad del pecado, del temor de la pérdida del Cielo, o del temor del infierno y sus tormentos. Por lo tanto, el motivo de la contrición imperfecta es el temor de Dios y de Sus juicios. Aunque la contrición imperfecta proviene de un motivo sobrenatural, es menor que el motivo de la contrición perfecta. Sin embargo, la contrición imperfecta es producto de la gracia de Dios y de los motivos que brotan de la fe. Por tanto agradable a Dios.
La contrición imperfecta es más fácilmente estimulable en el alma que la contrición perfecta, porque es accesible a todos los que tengan el menor grado de fe. Incluso los más grandes pecadores pueden hacer un acto de contrición que surge del temor de Dios o el temor del Infierno. Con tal contrición, el perdón de los pecados se puede obtener en el Sacramento de la Penitencia.

3. Contrición Universal
El tercer requisito para la contrición es que sea universal, es decir, debe extenderse a todos los pecados mortales, sin excepción ni reserva. La contrición no es genuina a menos que todos los pecados mortales se detesten. Es imposible que algunos pecados mortales sean perdonados y que otros queden sin perdonar. Todos son perdonados, o ninguno es perdonado. Es imposible que la luz y la oscuridad esten en el mismo lugar. Por lo tanto, la Gracia Santificante y el pecado mortal no pueden morar juntos. Si hay Gracia en el alma, no puede haber pecado mortal, y si hay pecado mortal, no puede haber gracia, pues el pecado mortal expulsa toda gracia. Si la Gracia Santificante permanece en el alma, el alma tiene un derecho en el Cielo. Si el alma está en estado de pecado mortal, se dirige hacia el Infierno. El pecador por lo tanto debe necesariamente estar sinceramente arrepentido por todos sus pecados mortales si desea reconciliarse con Dios, pues es imposible tener un derecho en el Cielo y el Infierno al mismo tiempo; es imposible ser amigo y enemigo de Dios al mismo tiempo.
En su epístola, el Apóstol Santiago expone el principio así: "aunque uno cumpla toda la Ley, si peca contra un solo precepto, quebranta toda la Ley." (Santiago 2,10). Un solo pecado mortal conserva al alma en el poder del diablo. Y ya que ningún pecado mortal es perdonado sin arrepentimiento, la contrición debe extenderse a todos los pecados mortales. Esto, por supuesto, no significa que uno debe hacer un acto de contrición especial por cada pecado mortal individualmente. Es suficiente que el acto de contrición abarque todos los pecados mortales cometidos.
En el caso de los pecados veniales, sin embargo, la contrición no tiene que ser universal, aunque, por supuesto, es deseable que lo fuera. El pecado venial no hace al alma enemiga de Dios, sino sólo reduce su grado de amistad. Este hecho, sin embargo, no debería hacer disminuir la gravedad del pecado venial. Una persona puede hacer una buena Confesión si está verdaderamente arrepentida de algunos pecados veniales, aunque todavía tenga un lazo a otros. Pero sólo le serán perdonados aquellos de los que se arrepiente. Una Confesión es válida y buena, por lo tanto, si el arrepentimiento existe por los principales pecados veniales, cuando no hay pecados mortales que confesar. Pero si hay ambos, pecados mortales y pecados veniales, la Confesión es buena a pesar de que uno tenga dolor sólo por los pecados mortales. Si el penitente sólo tiene pecados veniales para confesar y no se arrepiente de ninguno ellos, la Confesión no es válida, es decir, los pecados no son perdonados, aunque la Confesión no es necesariamente sacrílega, pues la absolución se dio en la presunción de que el penitente estaba arrepentido, cuando no lo estaba.

4. Contrición Suprema
Finalmente, la contrición debe ser suprema o soberana, lo que significa que la contrición por el pecado debería ser el mayor de todos los dolores. Debería superar al dolor causado por la pérdida de todos los bienes terrenales o amigos, porque el pecado es el mayor de todos los males, no trayendo una temporal, más una eterna pérdida del alma. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, este dolor no tiene que sentirse con las emociones.
A partir de estas consideraciones, es evidente que en la preparación para la Confesión una atención especial debería darse al acto de contrición, que siempre debería realizarse antes de entrar al confesionario para asegurarse de que uno tiene verdadero dolor por sus pecados, porque el dolor por el pecado es el requisito principal para recibir el perdón de Dios. En el confesionario, el acto de contrición luego debería ser renovado, en vez de hacerse por primera vez. De lo contrario el penitente corre el riesgo de posiblemente no tener verdadero dolor por el pecado, o de tener sólo una vaga sensación de dolor y no un firme propósito de enmienda.

Recaídas en Pecados Anteriores
No se debe deducir que una persona carece de verdadera contrición si vuelve a caer en las mismas faltas después de la Confesión, porque el pecado tiende a convertirse habitual y está a menudo profundamente arraigado en el comportamiento de una persona. La contrición es un acto del momento, y es muy posible que los malos hábitos y un cierto afecto por el pecado pueda causar una recaída, a pesar de que en el momento de la Confesión uno tenía el firme propósito de no pecar de nuevo.
Las recaídas en el pecado mortal que nacen de una voluntad perversa, sin embargo, no deben ser toleradas. Deben ser atacadas en sus raíces hasta ser conquistadas. Pueden ser enteramente superadas por medio de la persistencia en la recepción de los Sacramentos de la Confesión y de la Comunión dignamente y por medio de persistente y ferviente oración, especialmente oración a la Santísima Virgen María, y especialmente a través de su Santo Rosario con esta intención. Esta combinación está garantizada a funcionar si el penitente es realmente sincero y es absolutamente persistente en estas devociones. En el caso de la impureza, puede ser necesario para el penitente ir a la Confesión y Comunión diariamente con el fin de superar este pecado. Nuestro propio divino Señor nos dio la señal para el éxito para vencer al pecado cuando dijo: "el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo." (Mateo 11,12). En otras palabras, uno tiene que recurrir a todo extremo para superar ciertos tipos de pecado mortal, en un esfuerzo por salvar su alma. ¡Y es apropiado hacerlo! El confesor de uno debería entender fácilmente, e incluso aplaudir tal valiente y determinado esfuerzo.
Después de los pecados mortales, uno debe de trabajar en la erradicación de pecados veniales intencionados. Pero las recaídas en pecados veniales que proceden del descuido, de la sorpresa, de la debilidad y la fragilidad de la naturaleza humana, nunca pueden ser totalmente superados, excepto por algún privilegio especial de Dios. (Concilio de Trento, Ses. VI, can. 23). San Francisco de Sales dice que si nos deshacemos de tales faltas un cuarto de hora antes de la muerte, haremos bien.

III. PROPÓSITO DE ENMIENDA
El tercer requisito para una Buena Confesión es un firme propósito de enmienda. Esto está íntimamente conectado con la contrición sincera, siendo su segundo elemento.
Un firme propósito de enmienda es una resolución para evitar, por la gracia de Dios, no solo el pecado, sino también ocasiones peligrosas de pecado. El propósito de enmienda debería ser firme, universal, eficaz y duradero. Es firme cuando el penitente está dispuesto a evitar el pecado a toda costa. Como en la contrición, un firme propósito de enmienda es universal cuando se extiende a todos los pecados mortales; es eficaz cuando el penitente seriamente se esfuerza para corregir sus malos hábitos y evita todas las ocasiones próximas o cercanas de pecado; es duradero cuando es perdurable y no es meramente un sentimiento pasajero.

A. LAS OCCASIONES DE PECADO
Una ocasión de pecado es cualquier persona, lugar o cosa que ordinariamente pone a una persona en peligro de cometer pecado. La Sagrada Escritura nos advierte: "el que ama el peligro perecerá en él." (Eclesiástico 3,26). La ocasión lleva a uno al pecado, o lo presiona a cometer pecado. Por lo tanto, a fin de evitar el pecado, la ocasión debe ser rechazada.
Hay cuatro tipos de ocasiones de pecado:
1) ocasiones cercanas, en las que uno generalmente cae; 2) ocasiones remotas, en las que uno a veces cae; 3) ocasiones voluntarias, que uno puede evadir si quiere hacerlo; y 4) ocasiones involuntarias, que uno no puede evadir. Una persona que no está dispuesta a evitar una ocasión cercana o voluntaria de pecado no está adecuadamente preparada para recibir la absolución y el perdón de sus pecados. Si el sacerdote es consciente de sus disposiciones imperfectas, le negará la absolución.
Personas que son ocasión de pecado son aquellas en cuya compañía uno usualmente cae en el pecado. Lugares son los sitios donde uno suele caer en el pecado, tales como tabernas, teatros de mala reputación, playas públicas, salones de baile y todas los lugares de reunión inmorales de cualquier tipo, así uno cometa pecado o no. Cosas que son ocasión de pecado son malos libros, imágenes indecentes, películas y videos inmorales o lascivos y canciones, bromas insinuantes y así sucesivamente. Nuestro Salvador dice acerca de las ocasiones de pecado:
"Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti, porque más te vale entrar en la Vida manco o lisiado, que ser arrojado con tus dos manos o tus dos pies en el fuego eterno." (Mateo 18,8).

B. EL PROPÓSITO DE ENMIENDA DEBE SER ESPECÍFICO
Aunque un firme propósito de llevar una vida mejor en el futuro es suficiente para una Confesión digna, una resolución más específica será más fructífera. Cuanto más una persona resuelve luchar contra sus faltas de manera positiva, tanto más probable es que tenga éxito. Su resolución será más eficaz. En lugar de decir "voy a evitar el pecado en el futuro y practicar la virtud," uno debe determinar mantenerse alejado de este o de ese particular lugar o cosas que le llevaron a pecar. Luego él también debe hacer esfuerzos definitivos, positivos para superar sus pecados habituales, e incluso imponerse una pequeña penitencia para llevar a cabo cuando se entere de que ha fallado en un asunto en particular. Otro medio eficaz es el de determinarse realizar el acto contrario, osea de virtud, un cierto número de veces al día, con el fin de establecerse uno mismo en el hábito y disminuir la posibilidad de ofender en ese punto otra vez.
La oración -especialmente la oración del Santo Rosario- debe siempre acompañar nuestros esfuerzos para superar nuestras fallas, pues todo depende de la gracia de Dios, y gracia obtenida por la oración. Dios mismo nos dice: "separados de Mí, nada pueden hacer". (Juan 15,5). A pesar de que una persona pueda tener dudas acerca de una recaída a causa de su debilidad, o incluso si en realidad cae, no es una indicación de que su propósito de enmienda no fue sincero. Como en la contrición, esto depende, como hemos dicho, de su buena voluntad. Un firme propósito de enmienda no es un simple deseo, ni un conocimiento positivo, sino una seria determinación de dar lo mejor de uno para evitar el pecado en el futuro. La firme confianza en la ayuda de Dios cuando surgen dificultades será de inmenso valor para superar con éxito las tentaciones.

IV. CONFESIÓN Y ABSOLUCIÓN

A. LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS

LA CONFESIÓN es la cuarta condición requerida del penitente para el perdón de sus pecados. La palabra "confesión" viene de la palabra en Latín confessio, que significa un reconocimiento, una manifestación. La Confesión Sacramental, por lo tanto, es la manifestación o reconocimiento de los pecados de uno a un sacerdote, quien está debidamente autorizado por el obispo de su diócesis para el propósito de conceder el perdón en la Confesión.
El Sacramento de la Penitencia es un Sacramento de misericordia. Debería ser abordada con confianza y paz de corazón. Tiene dos componentes: 1) la Confesión propiamente, es decir, la narración de los pecados del penitente; y 2) la Absolución o el perdón impartido por el sacerdote.


1.  Cualidades de una Buena Confesión
Una buena Confesión es humilde, sincera y entera.
Una Confesión es humilde cuando el penitente se acusa de sus pecados con un profundo sentido de vergüenza y dolor, y con los sentimientos de un reo que está confundido y humillado por la ofensa que ha dado a Dios.
Una Confesión es sincera cuando el penitente dice sus pecados honestamente, sinceramente y simplemente, como él mismo los ve, sin exagerar o excusarlos.
Una Confesión es entera cuando el penitente da a conocer todos los pecados mortales que recuerda después de un diligente examen de la conciencia, junto con su número y cualquier circunstancia que puedan cambiar su naturaleza. Esto significa que debe decirle los detalles particulares que hacen un pecado más grave y que pueden constituir un nuevo tipo de pecado. Por ejemplo, robar es un pecado, pero robar de una iglesia es un robo sacrílego. Robar diez dólares de una persona pobre es más grave que robar cien dólares de una persona rica. El falso testimonio y la calumnia son mucho más graves que una simple mentira. Los actos impuros, aunque siempre pecados mortales (cuando se realizan con pleno consentimiento de la voluntad), asumen otro carácter cuando se cometen con otros, y en este último caso, su gravedad se mide por el estado del cómplice: si la persona era casada o soltera , del mismo sexo u opuesto, y si fue o no a un familiar.
Las circunstancias que agravan un pecado también deberían ser mencionadas, como indulgenciarse en el odio hacia el otro en repetidas ocasiones y durante un tiempo considerable. En el caso de escándalo, uno debería mencionar si una o varias personas se escandalizaron. Si el daño se ha hecho a otro, se debe declarar si era mucho o poco, si por descuido o deliberadamente. Si una ocasión de pecado aún continúa, este hecho debe ser mencionado; del mismo modo, si un mal hábito a menudo se ha confesado y nunca corregido.
 El penitente también debe ser prudente, es decir, debe abstenerse de dar a conocer la identidad de cualquier persona que tiene que ver en sus pecados, debe evitar los detalles superfluos, y expresarse en una forma tan modesta como la naturaleza del pecado permita. Cuando la Confesión se hace bien, el sacerdote usualmente no ve la necesidad de hacer preguntas; pero si preguntara alguna, debe ser respondida con claridad y veracidad. Si a una persona le resulta difícil hablar de un pecado, simplemente debe decírselo al sacerdote, que estará encantado de ayudarle.
Si un penitente honestamente se olvida de confesar uno o más pecados, estos pecados son perdonados cuando el sacerdote da la absolución, y el penitente puede recibir la Sagrada Comunión. Sin embargo, debe confesar el pecado(s) mortal olvidado en su próxima Confesión, si se le viene a la mente.

2. La Confesión de los Pecados Veniales
La Confesión de los pecados veniales no es requerida para la integridad de la Confesión, ya que pueden ser perdonados por otros medios, por ejemplo, con la asistencia devota a la Santa Misa, con una ferviente Comunión o por un acto de caridad; aunque si un penitente tiene pecados mortales que confesar, siempre es bueno y útil también mencionar al menos algunos pecados veniales. Aún más, es a veces difícil para la persona ordinaria distinguir entre pecado mortal y venial; por lo tanto, en caso de duda, uno debería mencionarlos. El Sacramento de la Penitencia remite todos los pecados veniales por los que uno está realmente arrepentido, ya sean mencionados o no; también quita, al menos en parte, la pena temporal debida por ellos; y da además, gracia y fuerza para resistir las tentaciones. Por estas razones, se recomienda confesar los pecados veniales junto con los pecados mortales que uno tiene que confesar.
En el caso de los pecados que son dudosamente mortales es mejor confesarlos por el bien de la paz de conciencia. Para aquel cuya conciencia es laxa, es imprescindible confesarlos porque generalmente no juzga sus pecados correctamente. Tales personas pueden engañarse a sí mismos en cuanto a la gravedad de la materia de los pecados. Las personas con una conciencia escrupulosa deben atenerse estrictamente a lo que un buen, ortodoxo confesor aconseje respecto a los pecados que son dudosamente mortales.

3. Confesiones Sacrílegas
Deliberadamente ocultar (es decir, omitir en una Confesión) un pecado mortal -o tergiversarlo y hacer que parezca menos grave de lo que realmente es- es mentir al Espíritu Santo, cuyo lugar ocupa el confesor. No sólo tal Confesión sería inválida y ninguno de los pecados confesados ​​serían perdonados, sino además, la terrible culpa del sacrilegio incurriría. Una Confesión sacrílega a menudo es seguida por una Comunión indigna, que constituye un nuevo sacrilegio. Otras confesiones y comuniones sacrílegas pueden seguir con mucha facilidad. Una persona en tal estado que continúa recibiendo la Comunión y/o haciendo malas confesiones estaría amontonando pecado tras pecado, y estaría en grave peligro de sufrir la terrible pena de la ceguera espiritual y la indecible angustia mental de una conciencia torturada -más, por supuesto, la condenación eterna.
El único remedio para una mala Confesión, o para una serie de malas Confesiones, es una buena Confesión General, abarcando todo el período de tiempo desde la última Confesión digna. Tal Confesión debe incluir el pecado mortal o pecados mortales ocultos en la Confesión indigna, el hecho de su(sus) ocultamiento, cualquier otro pecado mortal que haya sido confesado ​​en esa Confesión, y todas las Confesiones y Comuniones indignas más cualquier otro pecado mortal omitido desde la mala Confesión original. Si una persona tiene dificultad con esta Confesión General, debería decirle al sacerdote: "Padre, hice una mala Confesión. Por favor, ayúdeme.". El sacerdote le ayudará a la persona a recordar todo lo que sea necesario.
Aparte de su gravedad, no hay nada tan tonto como ceder el paso a una falsa vergüenza y hacer una mala Confesión. Una persona se pondría entonces en cierto peligro de condenación eterna, pues si fuera a morir en este estado sin arrepentirse de acuerdo a los requisitos de la ley de Dios, se perdería eternamente. Para obtener el perdón Sacramental de cualquier pecado mortal oculto, debe darse a conocer tarde o temprano en la Confesión. Aún más, se dará a conocer en el Día del Juicio al mundo entero, para vergüenza y confusión del pecador condenado. Por otro lado, si el pecado ha sido confesado humildemente y el alma es salvada, esta humildad aumentará en honor para la gloria de la misericordia infinita de Dios y la recompensa eterna del alma. Aquí en la tierra, la conciencia de la persona será puesta en paz; la paz y la gracia de Dios tomarán posesión de su alma; y ella puede de nuevo tener con confianza la esperanza de la recompensa eterna prometida a los que aman a Dios.
En la Confesión, los pecados son puestos en conocimiento al representante de Dios, quien está confinado por el sello inviolable del secreto, y quien en muchos casos es totalmente ignorante de la identidad del pecador. Si un pecado mortal es ocultado por alguna razón, no permite al pecador paz de conciencia; sino que le causa una angustia indecible del alma, que a su vez puede conducir a trastornos nerviosos, a la desesperación, al suicidio y a la condenación eterna. ¡Qué es, entonces, más tonto que ocultar pecados mortales en la Confesión!.

4. Confesión General
El tema de las Confesiones indignas llevan naturalmente a la consideración de las Confesiones Generales. Una Confesión General puede abarcar la totalidad de la vida, o sólo una parte de ella. La realización de tal Confesión puede ser obligatoria, útil, o dañina, dependiendo de las circunstancias.
Una Confesión General es necesaria y obligatoria para todos los que han hecho una o más Confesiones sacrílegas, como se explicó anteriormente; es decir, si, por miedo, vergüenza o malicia se han ocultado deliberadamente o esencialmente tergiversado un pecado mortal o pecados mortales, o el número de sus pecados mortales. Una Confesión General también es obligatoria para cualquier persona que sabiendo, hace una mala Confesión o Confesiones de otras maneras, como por ejemplo mediante una Confesión sin pena sobrenatural, o sin un firme propósito de evitar el pecado y las ocasiones próximas de pecado. Sin embargo, la persona debe estar claramente consciente de haber fallado de esta manera. Pues si ella ha tomado los esfuerzos ordinarios para asegurar las debidas disposiciones, tiene derecho a creer que en realidad posee esas disposiciones, ya que Dios ha prometido dar Su gracia a todos los que realmente lo buscan.
Otras formas en las que Confesiones indignas se pueden hacer son las siguientes: cuando el penitente no tiene la sincera intención de rectificar, en la medida que sea posible, los daños serios a la propiedad o el buen nombre de otro; cuando no se reconciliará con un enemigo ni lo perdonará sinceramente, cuando no renunciará a su participación en sociedades secretas, o no renunciará a prácticas o relaciones que son ocasión de pecado mortal. Todos aquellos penitentes son indignos de absolución, y si el sacerdote es consciente de su falta de disposiciones adecuadas, se las negará. Si el sacerdote fuera engañado, sin embargo, y dará la absolución a una persona indigna de recibirla, dicha absolución no tendría valor, y el penitente estaría obligado bajo pena de condenación reparar cualquier Confesión como tal con una buena Confesión. Si alguien se encontrara en la necesidad de una Confesión General, no debería posponerla, porque la muerte puede llegar en cualquier momento y sellar la condenación eterna del alma.
Una Confesión General es útil y recomendada para aquellos que están por casarse o entrar al estado religioso o eclesiástico, o que están a punto de asumir un oficio importante, etc. Es también útil para todos los que deseen hacer una seria preparación para la muerte. Muchos buenos Cristianos hacen un retiro anual en el que hacen una Confesión General cubriendo el año anterior. Esto tiende a aumentar la humildad del alma y ayuda a evitar la repetición de las mismas faltas durante el año próximo.
Una Confesión General puede ser dañina, sin embargo, para los que son excesivamente escrupulosos. Tales personas no deben hacer una Confesión General sin la autorización expresa de su confesor, pues una Confesión General puede aumentar su mal. Simplemente deberían obedecer a su confesor y hacer frecuentes actos de contrición, de amor y de confianza en Dios.

5. Confesión Frecuente
Semanalmente, quincenalmente, o incluso mensualmente -pero nunca un período más largo que eso- se considera Confesión frecuente. El propósito de la Confesión frecuente es el de ayudar al alma a alcanzar un alto grado de perfección y de preservar y aumentar la Gracia Santificante. Esto implica la eliminación de las faltas que impiden el progreso en la virtud. El asunto de la Confesión frecuente no suele ser el pecado mortal, aunque los que se confiesan a menudo pueden a veces caer en pecado mortal. Por lo general, sin embargo, la Confesión frecuente sólo se refiere a los pecados veniales, por lo tanto, pecados que no son necesarios confesar a menos que uno así lo desee.
Como ya se dijo, el pecado venial puede ser removido por medios tales como un acto de amor, un acto de paciencia, una ferviente aspiración, etc., pero el Concilio de Trento enseña que los pecados veniales pueden ser confesados con ganancias para el alma, pues el Sacramento de la Penitencia contiene el poder de Cristo para remitirlos. Este poder sacramental no sólo borra los pecados en sí mismos, sino que también cura el alma de los malos efectos dejados por ellos más eficazmente que los medios no-sacramentales. Lo hace en primer lugar al remitir una parte mayor de la pena temporal.
Otras ventajas de la Confesión frecuente son las siguientes: Le da al alma un más profundo conocimiento de sí misma. Purifica la conciencia más y más. Cura al alma de la debilidad y la tibieza. La separa del apego a las cosas terrenales. Somete y regula sus pasiones y deseos, y corrige los malos hábitos. Todo esto es de gran importancia para una persona que está luchando por la perfección. Aún más, la Confesión frecuente le da al alma un nuevo vigor y un fuerte impulso para luchar con más ahínco para entregarse a Cristo y hacia las cosas sobrenaturales. La Confesión frecuente fortalece la voluntad y, por último, confiere al alma un derecho a la gracia sacramental de la asistencia, tan necesaria para superar los malos hábitos y las tentaciones.
La Confesión frecuente también da ocasiones más frecuentes para obtener actos de dolor y propósito de enmienda, y esto con mayor fervor y rigor que en otras ocasiones. La confesión de las faltas específicas de uno es en sí misma un acto de satisfacción, que de otra forma nunca se haría. También da al confesor de uno más y mejor información sobre cómo dirigir su alma.
La Confesión frecuente supone una sincera búsqueda de la perfección y pureza de corazón. El tibio e indiferente poco se beneficia de la Confesión frecuente, pero siempre que hay un serio esfuerzo por mejorar, sea el asunto mortal o venial, la Confesión es siempre un necesario y poderoso método para tal fin. Las almas que son sensibles a la menor infidelidad hacia Nuestro Señor son rápidas y están ansiosas por aprovechar de los beneficios de la Confesión frecuente. Ésta es la razón por la cual los Santos se confesaban muy a menudo. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) se confesaba todos los días, al igual que San Vicente Ferrer (1350-1419); San Antonio María Claret (1807-1870) iba tres o cuatro veces a la semana.

Problemas Encontrados en la Confesión Frecuente
Hay, sin embargo, ciertos riesgos y dificultades de los que protegerse en la Confesión frecuente, ya que siempre existe el peligro de hacerlo por rutina. El penitente debe reconocer su incapacidad (sin la ayuda de Dios) de llevar una vida conforme a la Voluntad de Dios y debe implorar la ayuda del Espíritu Santo. Debe haber siempre en su corazón una actitud de odio hacia el pecado, una guerra constante contra el pecado, un espíritu de penitencia y expiación, y un ferviente amor por Dios.
En el examen de conciencia, el penitente debe esforzarse por encontrar sus faltas habituales, aquellas que son más voluntarias y desagradables a Dios, y por lo tanto un obstáculo mayor para su crecimiento espiritual, en lugar de tratar de buscar cada pequeña falla o falta. Para una Confesión válida, debe haber dolor real, tal como se dijo anteriormente, pues el penitente debe tener pena al menos por uno de los pecados veniales confesados. Siempre es bueno incluir en la Confesión un pecado mortal de la vida pasada de uno que ya haya sido confesado ​​y perdonado, a fin de asegurar la sinceridad de su arrepentimiento y para asegurarse de que hay materia para la absolución.

B. LA ABSOLUCIÓN DEL SACERDOTE
La absolución es la "forma" (una palabra técnica en teología para las palabras esenciales de un Sacramento) que el sacerdote pronuncia sobre el penitente mientras (o después) que el penitente hace su acto de contrición. Por la absolución pronunciada por el sacerdote en la Confesión, los pecados del penitente son perdonados y éste es restaurado en la amistad con Dios. La forma esencial del Sacramento -por lo general usada en esta forma breve sólo en caso de emergencia- es la siguiente: "Yo te absuelvo de todas las censuras y pecados, en el nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén." —Ego te absolvo ab omnibus censuris, et peccatis, in nomine Patris, et Filii, + et Spiritus Sancti. Amen. (Roman Ritual. Weller, Bruce Publishing, 1950, p. 310).
También hay una forma más larga que ha sido decretada por la Iglesia y que ha sido utilizada habitualmente en el Rito Latino desde tiempos inmemoriales, aunque todas las palabras de esta forma no son esenciales para el Sacramento. Esta forma es la siguiente:
Dios Todopoderoso tenga misericordia de ti, perdone tus pecados, y te dé la vida eterna. Amén. El Señor Omnipotente y misericordioso te conceda el perdón, la absolución + y la remisión de tus pecados. Amén.
Que Nuestro Señor Jesucristo te absuelva, y yo con Su autoridad te absuelvo de todo vínculo de excomunión [, suspensión (utilizado en la absolución de los sacerdotes)] y entredicho, en la medida que puedo y tú lo necesitas.
Por lo tanto, yo te absuelvo de tus pecados en el Nombre del Padre y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.
Que la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, los méritos de la Santísima Virgen María y de todos los santos, todo el bien que hagas y todo el mal que soportes, sean para ti perdón de los pecados, aumento de la gracia, y premio de vida eterna. Amén.
Esta hermosa forma contiene la "forma" esencial del Sacramento, más mucho de lo que la Iglesia desea ardientemente ver al penitente practicar. Tiene, además, un valor sacramental, pues por "el sacerdote da a nuestros sufrimientos, a nuestros actos de satisfacción, de expiación, de mortificación, de reparación, y paciencia –los cuales une al sacramento- una eficacia especial que nuestra fe no debería dejar de tener en cuenta.(Dom Columba Marmion, OSB, en Christ the Life of the Soul.) Nos han enseñado por esta forma del Sacramento que Dios acepta no sólo las obras expiatorias que realizamos voluntariamente, sino también, en virtud de los méritos de Cristo, todas las pruebas, la pobreza, las desgracias y sufrimientos que Él nos envía, siempre que pacientemente los soportemos. Ésta es la razón por la cual escritores espirituales recomiendan la práctica de ofrecer tales molestias y sufrimientos en relación con la recepción del Sacramento de la Penitencia.
Pero vamos a tomar nota, también, que no sólo son estas pruebas, etc., aceptables para la expiación de las penas temporales, sino también para "un aumento de la gracia." ¡Tan generoso es Dios Todopoderoso que Él no puede perdonar nuestros pecados en el Sacramento de la Penitencia sin que nos dé al mismo tiempo un aumento de gracia! Además, estos sufrimientos son ganancias para la "recompensa de la vida eterna", como las palabras indican.
Tan pronto como el sacerdote pronuncie las palabras de absolución, el Sacramento es ejecutado, y no importa cuán grave pueden haber sido los pecados confesados, todos los maravillosos efectos inherentes al Sacramento, como se han indicado al principio de este librito, son producidos en el alma, siempre y cuando el penitente esté verdaderamente arrepentido, pues en ese momento Dios justifica al pecador al derramar Sus gracias e impartir Su bendición.

V.  SATISFACCIÓN
QUEDA todavía por considerar el quinto requisito para una buena Confesión, es decir, la satisfacción, es decir, la penitencia que se ha de realizar en expiación por la pena temporal debida por el pecado. Se debe entender que en todo pecado hay un doble mal: 1) la culpa y 2) la pena. La culpa, como tal, se adhiere al pecador como una "mancha" en su alma, pero al mismo tiempo contrae una obligación de reparar su ofensa a Dios. Esta obligación es, por así decirlo, una deuda que ha contraído y que debe pagar, incluso después de que la culpa haya sido remitida.

A. LA PENITENCIA SACRAMENTAL
La justicia humana requiere que el daño hecho a otro sea reparado. Aquel que roba debe restituir los bienes robados o su equivalente en valor; el que insulta a otro debe disculparse, el que rompe una ley de la tierra debe someterse a la sanción impuesta por el juez. También es así, cuando se rompe una ley de Dios. En el caso de pecado mortal, la pena es la condenación eterna. La digna recepción del Sacramento de la Penitencia remite este castigo eterno, pero a menudo falta cancelar una pena temporal, tanto para los pecados mortales como los veniales, porque el penitente común rara vez tiene las perfectas disposiciones necesarias para la remisión completa de este castigo. El sacerdote está por lo tanto obligado a imponer una penitencia en la administración del Sacramento, y el pecador está obligado concienzudamente a realizarla.
Esta penitencia o "satisfacción sacramental", que generalmente consiste en algunas oraciones (o buenas obras a realizar), tiene un triple propósito: 1) reparar la ofensa a Dios, 2) expiar las penas temporales y 3) proporcionar un remedio saludable para la rectificación de la vida de uno. Debido a su carácter sacramental, la penitencia impuesta por el sacerdote tiene una eficacia especial no encontrada en penitencias voluntarias. Las siguientes reglas servirán como una guía en lo que respecta:
El penitente está obligado a aceptar la penitencia. En caso de que sucediera que parece demasiado severa, teniendo en cuenta la salud o la ocupación del penitente, o por cualquier otro motivo, puede explicárselo al confesor; o, si es necesario, si se entera después de que no puede cumplir con la penitencia, puede volver al confesor, o incluso consultar a otro sacerdote, pero luego debe cumplir con ese juicio prudente del sacerdote.
Voluntariamente y negligentemente omitir la penitencia impuesta en la Confesión es un pecado mortal o venial, según la importancia de la materia confesada. Descuidar una pequeña penitencia, u omitir parte de una penitencia más grande, o llevarla a cabo indiferentemente, es un pecado venial. Si una falta venial se comete en su realización, la penitencia no se necesita repetir.
Si el penitente olvida qué penitencia se le impuso y piensa que el confesor probablemente lo recuerde, puede (aunque no es obligatorio) volver al confesionario y preguntar lo que era. O puede pedir una nueva en la próxima Confesión, o realizar alguna penitencia de su propia elección, aunque esto probablemente no será tan eficaz como la penitencia sacramental, y debería mencionarlo en la siguiente Confesión. Si el sacerdote se olvida de dar una penitencia, el penitente debería recordárselo mientras se encuentre en el confesionario.
La penitencia debería ser realizada tan pronto como sea posible, aunque no necesariamente antes de salir de la iglesia, o antes de ir a la Sagrada Comunión. Sin embargo, debería realizarse antes de la próxima Confesión. Si se omite, el sacramento sigue estando incompleto, aunque no es inválido.
Además de cumplir con la penitencia dada en la Confesión, el penitente, si ha dañado a alguien injustamente, ya sea en sus bienes o en su reputación, o al dar escándalo, debe también tan pronto como sea posible restaurar los bienes, reparar el daño o remediar el escándalo.

B. PENITENCIAS VOLUNTARIAS
El penitente, sin embargo, no debe estar satisfecho con el simple cumplimiento de la penitencia ordenada por el sacerdote. Las almas celosas están dispuestas a hacer penitencias voluntarias para reparar el pasado y evitar la  inevitable satisfacción que de lo contrario se debe hacer después de la muerte en el Purgatorio. Los principales medios voluntarios de expiación son: la oración, el ayuno, la limosna, todas las obras espirituales y corporales de misericordia, y la paciente resistencia de los sufrimientos de la vida, como se explicó anteriormente.

C. INDULGENCIAS
La Iglesia también saca de su tesoro de méritos y concede indulgencias, que quitan la pena temporal debida por los pecados. Estas pueden ser plenarias, que remiten la pena totalmente, o parciales, que remiten tanto castigo como sería cancelado al hacer penitencia severa durante el tiempo especificado por la indulgencia.*
*Las normas tradicionales para la concesión de indulgencias parciales solían indicar un número determinado de días o años por varias oraciones hechas, etc., Estas indican la remisión que se puede obtener equivalente a lo que uno habría ganado por varios días, o años, de penitencia realizada. -Editor, 2000.
Las indulgencias son más eficaces en la satisfacción de la pena temporal debida por los pecados. Por lo general se obtienen a través de ciertas oraciones, de la realización de específicas obras de piedad, usando ciertos artículos de devoción, visitando determinados lugares, o por la pertenencia a ciertas organizaciones religiosas. Muchas oraciones, de acuerdo con las normas tradicionales para ganar indulgencias, son enriquecidas con indulgencias plenarias (cuando se acompañan con los demás requisitos para obtener la indulgencia plenaria, por supuesto, de Comunión ese día, Confesión una semana antes o después, libertad de apego al pecado, y oraciones por las intenciones del Santo Padre). Si las obras prescritas para ganar indulgencias son algo difíciles, tanto más son meritorias.


Capítulo 3

Cómo Hacer Una Buena Confesión

l. EL EXAMEN DE CONSCIENCIA
A. ORACIÓN INICIAL
OH, DIOS, Padre de la Luz, que iluminas a todo el que viene al mundo, dame luz, amor y dolor, para que pueda descubrir, detestar y confesar todos los pecados que he cometido.
Oh, Espíritu Santo, Espíritu de Amor y Dispensador de todas las gracias, ayúdame a recibir este gran Sacramento dignamente; dame Tu gracia para que pueda hacer un cuidadoso examen de conciencia y descubrir mis pecados; toca mi corazón para que pueda odiar y detestarlos, y asísteme para hacer una firme resolución de evitar el pecado a partir de ahora. Espíritu de Amor y Verdad, asísteme para hacer una Confesión sincera, completa y veraz a Tu representante, el sacerdote, y así obtener Tu perdón, Tu gracia y Tu amor.
¡Oh,Jesús, Redentor mío, por Tus santísimos méritos, concédeme la gracia de la contrición de corazón y enmienda de vida. De Ti espero la gracia de hacer bien esta Confesión, para glorificarte.
Oh, Santísima Virgen María, Madre de mi Salvador, y amorosa Madre mía, tú que eres tan compasiva hacia los que quieren arrepentirse, ayúdame a traer a la mente todas mis ofensas y a estar verdaderamente arrepentido por haber ofendido a Dios.
Mi querido Ángel de la Guarda, que has sido testigo de mis pecados, ayúdame ahora a recordarlos y a estar realmente arrepentido por ellos. Todos ustedes, Santos y Ángeles del Cielo, oren por mí para que pueda dar ahora frutos dignos de penitencia. Amén.

B. PUNTOS PARA EL EXAMEN DE CONSCIENCIA
¿Cuándo hice mi última Confesión? ¿Tenía verdadero arrepentimiento? ¿Oculté algún pecado mortal y por tanto cometí un sacrilegio? ¿Recibí la Sagrada Comunión después de una mala Confesión? ¿Recibí la Sagrada Comunión mientras estaba en estado de pecado mortal? ¿Cuántas veces he recibido los Sacramentos indignamente? ¿Olvidé un pecado mortal en mi última Confesión? (Debe ser confesado en esta Confesión.) ¿Cumplí con la penitencia? ¿Hice la restitución necesaria? ¿Reparé el daño hecho al buen nombre de otro? ¿Traté de evitar las ocasiones próximas de pecado?

1.  Los Diez Mandamientos de Dios

1) Yo soy el Señor, tu Dios: no tendrás otros dioses fuera de Mí.
¿Yo he: Negado mi religión? Hablado en contra de ella o de sus ministros? Dudado de cualquier artículo de Fe? Afiliado con una sociedad secreta prohibida? Tomado parte en servicios religiosos no católicos? Leído libros, documentos, etc., menospreciando la moral, burlándose de la virtud o causando dudas acerca de las enseñanzas de la Iglesia? Perdido la esperanza, o presumido de la misericordia de Dios al continuar largo tiempo en pecado mortal? Tenido algo que ver con prácticas supersticiosas: cadena de oraciones, adivinación, espiritismo, la Ouija, etc.? Quejado o murmurado contra Dios y Su Providencia? Negado a rendirme a Su voluntad? Descuidado la oración diaria? O la he dicho descuidadamente, con distracciones intencionales? Mostrado irreverencia hacia el Santísimo Sacramento, o en el uso de los sacramentales: el agua bendita, la Señal de la Cruz, etc.? Usado palabras de la Escritura en bromas? Fallado a cumplir con las promesas o votos hechos a Dios?

2) No tomarás el Nombre del Señor, tu Dios, en vano.
¿Yo he: Usado el Nombre de Dios o de Jesús al maldecir? Al jurar? Al bromear? Hecho esto de mal hábito? Sido culpable de pensamientos, palabras, o escrituras blasfemas? Deseado el mal a otros, o maldecido? Pedido a Dios maldecirlos? Animado a otros a usar lenguaje malo o profano?

3) Recuerda mantener sagrado el día Sabático (Domingo).
¿Yo he: Voluntariamente faltado a Misa los domingos y Fiestas de Guardar? Llegado tarde por mi propia culpa y perdido una parte considerable de la Misa? Portado mal en la iglesia? Sido causa para otros para hacerlo? Realizado un trabajo servil innecesario durante un tiempo considerable en tales días (más de 2 o 3 horas)? Los he profanado al beber o apostar excesivamente, o al mantener compañía pecaminosa o frecuentar diversiones pecaminosas?

*Según el Código de Derecho Canónico, en el can. 1246: "El domingo, en el que se celebra el misterio pascual, por tradición apostólica ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto. Igualmente deben observarse los días de Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y, finalmente, Todos los Santos.
Sin embargo, la Conferencia Episcopal, previa aprobación de la Sede Apostólica, puede suprimir o trasladar a domingo algunas de las fiestas de precepto."  -Editor, 2011.


*Los días de precepto en México son los siguientes: Santa María, Madre de Dios, 1 de enero, Corpus Christi, 3 de junio (movible), Nuestra Señora de Guadalupe, 12 de diciembre, y el día de Navidad, 25 de diciembre.
*Los días de precepto en el Perú son los siguientes: Santa María, Madre de Dios, 1 de enero, San Pedro y San Pablo, 29 de junio, Santa Rosa de Lima, 30 de agosto, Fiesta de Todos los Santos, 1 de noviembre, La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, 8 de diciembre, y el día de Navidad, 25 de diciembre.
*Los días de precepto en Estados Unidos son los siguientes: La Circuncisión de Nuestro Señor, 1 de enero, La Ascensión de Nuestro Señor, cuarenta días después de Pascua, La Asunción de la Santísima Virgen, 15 de agosto, Fiesta de Todos los Santos, 1 de noviembre, La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, 8 de diciembre, y el día de Navidad, 25 de diciembre. 

4) Honra a tu Padre y a tu Madre.
Hijos
¿Yo he: Sido desobediente, ingrato o rebelde hacia mis padres, maestros o pastores? Deseado daño grave a mis padres o deseado que estuvieran muertos? Utilizado lenguaje insultante hacia ellos? Los he golpeado en el resentimiento o mala voluntad? Hecho infeliz con mi mala conducta? Desobedecido cuando me prohibieron ir con malas compañías, a espectáculos malos, u otros lugares peligrosos? Fallado en asistirlos cuando necesitaban ayuda en la vejez, la enfermedad o la pobreza? Fallado en llevar a cabo su última voluntad? Dejado de orar por el reposo de sus almas? He violado alguna ley civil? ¿He desobedecido a alguna autoridad legal?

Empleados
¿Yo he: Fallado en  llevar a cabo las órdenes de mi jefe? Fomentado la discordia? Fallado en respeto u honestidad?

5) No matarás. (Esto incluye también el daño al alma y la falta de caridad.)
¿Yo he: Por acción, participación, instigación, consejo, o consentimiento, sido culpable de la muerte de alguien, o lesiones corporales? O de destruir la vida del no nacido? Deseado la muerte de otro, o deseado su desgracia? Dado paso a la ira y a la pasión? Maltratado a otros? ¿Estado en enemistad con otros? Negado a hablar con ellos? Voluntariamente entretenido pensamientos de odio, venganza, celos, aversión, resentimiento o desprecio por los demás? Provocado a otros enojarse? Dañado las almas de los demás por el escándalo o al tirar la tentación en su camino? Cedido a los estados de ánimo de resentimiento y mal humor? Mostrado sensibilidad y sentimientos heridos sobre asuntos insignificantes? Aprobado o alentado la ira de los demás? Intentado suicidarme o entretenido pensamientos de ello? Participado o consentido a "matar por misericordia"? Pecado al comer en exceso o beber? Quedado intoxicado? Pecado al abusar de las drogas? ¿ Ha muerto alguien por mi culpa, sin haber tenido al sacerdote y asistencia religiosa? ¿He enviado o aconsejado a los padres enviar a sus hijos a una escuela donde su fe o moral Católica estaría en peligro?

6) No cometerás adulterio.
9) No codiciarás la mujer de tu prójimo.
¿Yo he: Cometido actos impuros? Solo, o con otro? Con una persona soltera o casada? De mi propio sexo o del opuesto? Con un pariente? Mantenido con placer pensamientos e imaginación impura? O los he consentido en mi corazón? Voluntariamente deseado ver o hacer algo impuro? Usado lenguaje, alusiones, palabras impuras o de doble sentido? ¿Cuántos estaban escuchando? He escuchado con placer voluntario lenguaje indecente? Cantado o escuchado canciones inapropiadas? Pecado por impuro o inmodesto tocamiento o acción, conmigo mismo, o con otros? Jactado de mis pecados? Leído libros inmorales? Los he prestado o vendido a otras personas? Escrito cosas indebidas? Mirado con placer voluntariamente objetos o imágenes indecentes, o se las he mostrado a otros? Voluntariamente me he expuesto a la tentación de la curiosidad? Al frecuentar compañía o lugares peligrosos? Por diversiones pecaminosas? Por bailes inmodestos? Al observar obras o películas indecentes? Sido culpable de familiaridades indebidas o de besos pecaminosos? Mantenido compañía con una persona casada? ¿Estoy manteniendo compañía pecaminosa ahora? ¿Me he vestido inmodestamente? ¿Por vestido o libertad de expresión inmodesta sido causa de tentación a la pureza de otros? ¿He llevado deliberadamente a otros a pecar? O tomado parte en sus pecados? (Las circunstancias que cambian la naturaleza del pecado, tales como si es casado o soltero, el sexo, si son parientes, etc., deben ser mencionados en la confesión de los pecados.)
¿He sido culpable de pecados contrarios a las obligaciones del matrimonio? He usado anticonceptivos o "anticonceptivos" abortivos o he sido esterilizado? Alentado, aconsejado, o instruído a otros a cometer tales pecados? Fallado en entrenar a mis hijos en materia de castidad?

7) No robarás.
10) No codiciarás los bienes ajenos.
¿Yo he: Robado dinero? ¿Cuánto?  Robado otros bienes? ¿De quién (pobres, ricos, la Iglesia, los padres)? He devuelto los bienes robados o su valor? Comprado o aceptado a sabiendas bienes robados? Dañado la propiedad de otro de alguna manera? Descuidado pagar por esos daños? Negado a devolver cosas prestadas? Mantenido cosas que encontré sin hacer suficiente esfuerzo por encontrar al dueño? Engañado? Pasado dinero inservible? Realizado el trabajo indiferentemente? Perdido el tiempo en el trabajo? Desperdiciado mi propiedad? Perjudicado a mi familia por gastos despilfarradores, tales como el consumo excesivo de alcohol, juego, etc. Buscado las cosas del mundo con demasiado entusiasmo? Deseado robar o cometer alguna injusticia?¿Sido partícipe del robo o la injusticia de otro? Compartido u ocultado bienes robados?

8) No levantarás falsos testimonies ni mentirás.
¿Yo he: Dado evidencia falsa en una corte de justicia? Deliberadamente dicho una mentira para engañar a otro? Dicho mentiras que causaron daño a la reputación y buen nombre de otro? (Éste es el pecado de la calumnia.) Dado a conocer las verdaderas pero secretas faltas de otros sin necesidad? (Éste es el pecado de la murmuración.) Escuchado tales discursos? Causado malestar con chismes? Juzgado a otros precipitadamente o sospechado de ellos precipitadamente? Leído las cartas de los demás y violado su derecho a ciertos secretos? Sido culpable de algún otro modo de mal habla? He descuidado reparar el daño hecho por mi habla pecaminosa? He hablado en contra de un sacerdote, o alguien consagrado a Dios? (Esto es un sacrilegio.) ¿He halagado a otros en sus pecados y malos hábitos? He pecado por la hipocresía y la simulación de la virtud? Firmado papeles o documentos falsos? He atribuído malas intenciones a los demás cuando no podía estar seguro de sus motivos?

2. Los Cinco Preceptos de la Iglesia
l. Atender a Misa y abstenerme de trabajo servil todos los Domingos y Días de Obligación. 2. Ayunar y abstenerse de la carne en los días señalados por la Iglesia. 3. Confesar los pecados de uno al menos una vez al año. 4. Recibir dignamente la Eucaristía en el tiempo de Pascua o en el plazo previsto. 5. Contribuir al sostenimiento de la Iglesia. *Parte de la enseñanza de la Iglesia también es no casarse con personas dentro de los grados prohibidos de parentesco o de otra forma prohibida por la Iglesia (CDC can. 1073-1094); no formalizar el matrimonio en el tiempo prohibido; en general, observar las leyes de la Iglesia respecto al matrimonio.
¿Yo he: Fallado a asistir a Misa los domingos y días de precepto, o lo he hecho sin la debida reverencia y devoción? Realizado trabajo servil innecesario en tales días? Fallado en ir a la Confesión una vez al año? Fallado en recibir la Sagrada Comunión durante el Tiempo de Pascua (Del Septuagésimo domingo hasta el domingo del Triduo, es decir, desde el tercer domingo antes del Miércoles de Ceniza hasta el domingo después del Domingo de Pentecostés)? Recibido la Sagrada Comunión en estado de pecado mortal? Fallado a observar los preceptos del ayuno y abstinencia sin motivos legítimos y la correcta dispensación? Fallado en contribuir al sostenimiento de la Iglesia de acuerdo a mis posibilidades? Planeado "casarme" o en realidad pretendido entrar en el estado de casado ​​ante un ministro o un magistrado civil? (Esto es, entrado en un llamado "matrimonio" inválido fuera de la Iglesia) Aprobado a otros católicos haciendo esto? Actuado como su testigo en tal "matrimonio"? Casado dentro de los grados prohibidos de parentesco?


* Can. 1250-1253 En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma. Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno  (Una sola comida al día, y otras 2 comidas ligeras), a todos los mayores de edad, hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. [Los enfermos están excluidos]. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia. 

      *Can. 1091 § 1. En línea recta de consanguinidad, es nulo el matrimonio entre todos los ascendientes y descendientes, tanto legítimos como naturales. § 2. En línea colateral, es nulo hasta el cuarto grado inclusive. § 3. El impedimento de consanguinidad no se multiplica. § 4. Nunca debe permitirse el matrimonio cuando subsiste alguna duda sobre si las partes son consanguíneas en algún grado de línea recta o en segundo grado de línea colateral.
Can. 1092  La afinidad en línea recta dirime el matrimonio en cualquier grado.
Can. 1094  No pueden contraer válidamente matrimonio entre sí quienes están unidos por parentesco legal proveniente de la adopción, en línea recta o en segundo grado de línea colateral. 
La consanguinidad tiene grados en función del número de generaciones interpuestas en el árbol genealógico. Así, la relación padre-hijo es de primer grado, mientras que la de abuelo-nieto es de segundo grado.
Se diferencia entre:
Línea directa: se llama así a la constituida por la serie de grados entre personas que descienden una de otra.
- ascendente (progenitores, abuelos, etc.).
- descendente (hijos, nietos, etc.).
Línea colateral: es la constituida por la serie de grados entre personas que no descienden unas de otras, pero que proceden de un tronco común (hermanos, tíos, primos, etc.).
Para medir los grados de la línea colateral se sube hasta el tronco común y después se baja hasta la persona con quien se hace la computación. Por esto, el hermano dista dos grados del hermano, tres del tío, hermano de su padre o madre, cuatro del primo hermano, y así en adelante.


3. Los Siete Pecados Capitales
Orgullo, Codicia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia y Pereza.
¿Yo he: Voluntariamente entretenido pensamientos orgullosos o sido vano en mi aspecto, talento, familia, ropa, buenas obras, etc.? Jactado de estas cosas? Buscado los halagos y el aplauso de los demás? Evitado hacer alguna buena obra por temor de lo que puedan pensar los demás? Quejado del bien de otro, ya sea espiritual o temporal? Cometido gula por comer o beber en exceso? Llegado a estar excesivamente o injustamente enojado? Dado paso a la impaciencia, enojo, mal humor o descontento? Descuidado mis deberes (incluyendo los espirituales) o los he realizado con tibieza e indolencia? Buscado mi propia comodidad demasiado? Llevado una vida poco mortificada, malgastando tiempo en la ociosidad u ocupaciones inútiles? Tomado cualquier material ilegal (es decir, impuro), placer sexual, ya sea de pensamiento o de obra? Sido deliberadamente celoso de los demás? Permitido a los celos de otro ser mostrados en mi conducta? Buscado los bienes de este mundo con un esfuerzo desmedido? ¿Sido tacaño con los pobres?

4. Deberes de los Particulares Estados de Vida
Para Personas Casadas
¿Yo he: Vivido en paz y unión? Dado causa de celos? Observado las leyes de pureza de acuerdo con el estado del matrimonio? Mal usado el santo estado del Matrimonio? Dado escándalo por furiosas disputas? Olvidado a mi pareja y vivido separado sin causa justificada? Descuidado mis deberes de apoyo o cuidado de mis hijos y familia?

Para Padres
¿Yo he: Descuidado la formación religiosa de mis hijos? Fallado en enviarlos a buenos colegios Católicos cuando podría haberlo hecho? Los he enviado a una escuela donde su fe o moral Católica estaría en peligro? Descuidado vigilar la compañía que mantienen? Las cosas que leen? Los programas que ven? Dado escándalo al maldecir, pelear, o de otras maneras? Fallado en corregirlos? Egoístamente interferido con la vocación de un hijo o hija?

Para Empleadores
¿Yo he: Fallado en dar a los que trabajan debajo de mí la oportunidad de cumplir sus deberes religiosos? ¿Les he ordenado hacer algo malo? Ser deshonestos, tramposos, etc.? ¿He pagado salarios injustos?

Para Funcionarios Públicos
¿Yo he: Sido fiel y exacto en el cumplimiento de mis deberes? Traicionado el interés público por temor a la opinión de los demás, por deseo de popularidad o por intereses políticos o financieros? Sacrificado los derechos de alguna persona? Permitido al crimen y a la delincuencia no ser castigados? De qué manera, y con qué frecuencia? He directa o indirectamente recibido sobornos? Dejado influenciarme en la administración de justicia o de los deberes oficiales por promesas o amenazas? Sido culpable de la malversación de fondos públicos? Me he enriquecido a mí mismo o a amigos con contratos injustos? Aplicado mi poder oficial para la venganza? Injustamente favorecido a amigos?

Para Médicos
¿Yo he: Tomado el cuidado de personas gravemente enfermas sin el suficiente conocimiento o experiencia? Temerariamente aventurado remedios peligrosos? Hecho gastos innecesarios? Intencionadamente tomado la vida de un niño no nacido? Asistido, aprobado, o recomendado a alguien hacerlo? Realizado o recomendado operaciones prohibidas, por ejemplo, la esterilización? Dado prescripciones para anticonceptivos o "anticonceptivos" abortivos? Colaborado con alguien para hacerlo? Fallado advertir a aquellos en peligro de muerte a tiempo para recibir los sacramentos? Por negligencia, permitido a niños morir sin el Bautismo? Quitado la vida de algún paciente, o evitado tomar los medios ordinarios para conservar la vida de algún paciente?

Para Abogados
¿Yo he: Defendido demandas que sabía que eran injustas? Sostenido una defensa injusta? ¿Y de ella por lo tanto obtuve una decisión injusta? ¿He dañado la justa causa de un cliente por la traición, bruta ignorancia, falta de estudio, negligencia? Obtenido declaraciones juradas falsas por artificio? Practicado el engaño en la elaboración de testamentos, escrituras, etc.?

5. Obras de Misericordia Corporales y Espirituales
¿Yo he: Fallado en aliviar las necesidades temporales y espirituales de otros, cuando estaba en mi poder hacerlo? ¿Hice lo que pude para asistirlos en la pobreza, enfermedad, vejez, o alguna necesidad espiritual?

II. CONSIDERACIONES PARA ESTIMULAR LA CONTRICIÓN
A. LA ENORMIDAD DEL PECADO
El pecado mortal es una ofensa grave a Dios Todopoderoso y un desprecio formal de Su santa ley. No sólo he ofendido a Dios y despreciado Su ley por el pecado mortal, sino también he pecado en la misma presencia de ese Dios santo, que conoce todas las cosas, que ve mis más secretos pensamientos y acciones. Por el pecado mortal he echado la vida divina de Dios, la Gracia Santificante, de mi alma; me he convertido en un enemigo de Dios, y merezco el castigo eterno. Por el pecado de rebelión, un sin número de ángeles fueron arrojados justamente en el interminable tormento del Infierno. Sin duda, en esa morada de dolor hay almas que no han cometido tantos pecados como yo. La hora de mi muerte puede no estar lejos. Dios en Su misericordia ahora me da tiempo para arrepentirme. ¡Permíteme arrepentirme de una vez y con todo mi corazón!
Permíteme arrepentirme también de mis muchos pecados veniales, pues así he debilitado el amor de Dios en mi corazón y me he dispuesto para cometer pecado mortal. Aún más, por ellos he incurrido en una pérdida de la gracia de Dios y me hice merecedor de la pena temporal aquí en la tierra y en el siguiente mundo en el Purgatorio.

B. BENEFICIOS DE DIOS PARA MI
¿Qué más podría hacer Dios por mí de lo que Él ya ha hecho? Él me creó de la nada. Él me hizo a Su propia imagen y semejanza. Me destinó a compartir Su felicidad eternamente. Él me redimió con la Preciosa Sangre de Su Divino Hijo. Mientras dejó a millones en la infidelidad y la herejía, me hizo un Católico. Él me ha llenado con un sinnúmero de beneficios en  orden de naturaleza y de gracia. A pesar de mi ingratitud, Él me ha conferido muchos medios de salvación. "Oíd, cielos," Él exclama por medio del profeta, "Yo crié hijos y los hice crecer, pero ellos se rebelaron contra mí." (Isaías 1:2).

C. EL AMOR DE JESUCRISTO
En espíritu yo observo a mi amado Redentor colgado en la Cruz. ¡Sus santas manos y pies están traspasadas ​​con clavos! ¡Su cabeza está coronada con espinas! ¡Su cuerpo virginal está todo destrozado y sangrando! ¿Qué ha reducido al Cordero Inmaculado de Dios a este triste estado? ¡Mis pecados! ¡Fue por mí que se hizo hombre! ¡Fue para expiar mis pecados que murió una muerte vergonzosa! Cada vez que he pecado he renovado Su Pasión y muerte, "volviendo a crucificar al Hijo de Dios y exponiéndolo a la burla de todos". (Hebreos 6,6).
                                                                     
III. ORACIONES PARA ANTES DE LA CONFESIÓN
Acto de Contrición y Propósito de Enmienda
OH, DIOS MÍO, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido y detesto todos mis pecados porque temo la pérdida del Cielo y las penas del Infierno; pero más que todo porque te ofendieron a Ti, mi Dios, que eres todo bueno y merecedor de todo mi amor. Propongo firmemente, con la ayuda de Tu divina gracia, confesar mis pecados, hacer penitencia y enmendar mi vida. Amén.
Oh, Dios mío, ven en mi auxilio. ¡Señor, date prisa en socorrerme!

Oración ante un Crucifijo o imagen de Jesús Crucificado
MÍRAME, oh mi amado y buen Jesús, postrado ante Tu santísima presencia, y con el mayor fervor te ruego que imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad; verdadero dolor de mis pecados, y un firmísimo propósito de enmendarme; mientras que yo, con todo el amor, y toda la compasión de mi alma, voy considerando tus Cinco Llagas; teniendo presente aquello que dijo de Ti el santo profeta David: "“Han taladrado Mis manos y Mis pies, y se pueden contar todos Mis huesos”. (Salmo 21: 17-18).

Oración de Santa Gertrudis
OH DULCÍSIMO Jesús, que en Tu deseo de amor por nuestra salvación instituiste el Sacramento de la Penitencia para el consuelo de todos los pecadores, para que por su virtud seamos limpiados de nuestros pecados y recuperemos las gracias que hemos perdido; mírame a mí, un muy miserable pecador, que te ha ofendido otra vez con muchos pecados y profanado mi alma con muchas manchas, ahora regreso a Ti una vez más, con el propósito de recibir este Sacramento magnánimo con la firme esperanza de que me concederás la remisión de todos mis pecados, y para acusarme con profunda humildad y contrición de alma ante el sacerdote, Tu representante, de todos y cada uno de mis pecados, en la medida en que puedo recordarlos; y no ocultaré a sabiendas ningún pecado mortal, sin importar cuan vil y vergonzoso sea.
Yo deseo incluir en esta Confesión todos los pecados que ahora no puedo recordar, y todos mis pecados veniales. Te los confieso todos ellos a Ti como a mi gran Sumo Sacerdote, y en presencia de toda la corte del Cielo, me reconozco y proclamo un pérfido desgraciado y traidor contra Tu adorable Majestad.
Te suplico, por lo tanto, oh Padre misericordioso, que te dignes mirarme a mí, un miserable pecador, con esa mirada de compasión con la que miraste a Tu Hijo cuando Él se postró sobre Su rostro en el Huerto de los Olivos, aplastado a la tierra por los pecados de toda la humanidad, y agraciadamente me escuches mientras imploro tu perdón. Y me des lo que le falta a mi más imperfecta contrición. Te ofrezco ese dolor abrumador que Tu Hijo unigénito sufrió a lo largo de su vida mientras estuvo en la tierra en Su Más dulce Corazón a causa de los pecados del mundo, y especialmente cuando en el Huerto de los Olivos, la extremidad de Su angustia le escurrió el sudor de Sangre; suplicándote que te dignes limpiar mi alma de todas sus corrupciones en ese más santo torrente de Su Preciosa Sangre, y la adornes con una pureza más blanca que la nieve. Amén.

Un Corto y Eficaz Acto de Contrición Por Santa Matilde
OH, DULCE Jesús, ¡Yo lamento mis pecados! Concede proporcionarme lo que me falta para un verdadero arrepentimiento, y ofrécele a Dios Padre todo el dolor que haz sufrido a causa de mis pecados y los de todo el mundo. Amén.

IV. UN MÉTODO FÁCIL DE IR A LA CONFESIÓN
Entra en el confesionario confiando en la misericordia de Dios. Al arrodillarte en el confesionario, el sacerdote suele decir "Ave María Purísima", a lo que responderás "Sin pecado concebida. Bendígame, Padre, pues he pecado. Ha pasado una semana (dos semanas, un mes, un año, 5 años, etc.) desde mi última confesión. Hice mi penitencia y recibí la Sagrada Comunión" (o "recibí la Sagrada Comunión e hice mi penitencia", o "no he hecho mi penitencia", dependiendo el caso). Luego continua: "Yo confieso a Dios todopoderoso y a usted, Padre, que he..." Aquí relata tus pecados, asegurándote de nombrar todos los pecados mortales cometidos desde la última Confesión, el tipo y el número tan cercano como recuerdes, además de cualquier condición o circunstancia importante. No tienes que confesar tus pecados veniales, aunque es recomendable hacerlo. Luego, termina tu Confesión diciendo: "Por estos y todos los otros pecados de mi vida pasada me arrepiento de todo corazón y pido el perdón de Dios y la penitencia de ti, Padre." Luego, espera a que el sacerdote te haga cualquier pregunta que pueda tener o para darte un consejo o admonición. Escucha la penitencia que el sacerdote te dará. Cuando empiece a pronunciar las palabras de la absolución, tu dirás el Acto de Contrición:
"OH DIOS MÍO, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Tu; antes querría haber muerto que haberte ofendido, y propongo firmemente ayudado por Tu divina gracia, no pecar más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Amén"
Cuando el sacerdote haya terminado de decir la absolución, por lo general dirá algo así como: "Vete en paz y no peques más." Entonces dirás: "Gracias, Padre," y sales del confesionario, te arrodillas y dices la penitencia que el sacerdote te dio en el confesionario.

PUNTOS PARA RECORDAR
Deberías recordar que, para hacer una Confesión digna, es necesario 1) examinar tu conciencia, 2) estar arrepentido de tus pecados, 3) tener un firme propósito de enmienda para no pecar más, 4) confesar al sacerdote todos los pecados mortales cometidos desde la última Confesión que eres capaz de recordar, y 5) estar dispuesto a realizar la penitencia que el sacerdote te da.
El dolor por el pecado (llamado "contrición") puede ser "perfecto", ya que haz ofendido a Dios, que es todo bueno y merecedor de todo Tu amor, o puede ser "imperfecto" porque temes la pérdida del Cielo y las penas del Infierno . La Contrición Perfecta obtendrá para ti el perdón de tus pecados sin la Confesión, pero no podrás recibir la Comunión hasta que no hayas confesado tus pecados mortales en el Sacramento de la Penitencia (Confesión). La Contrición Imperfecta obtendrá para ti el perdón de tus pecados sólo en conjunción con la Confesión.

V. ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
Del Salmo 102
¡BENDICE al Señor, alma mía!, que todo mi ser bendiga Su santo Nombre;
¡Bendice al Señor, alma mía!, y nunca olvides Sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus dolencias;
Rescata tu vida del sepulcro, te corona de amor y de ternura;
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia;
No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Cuanto dista el oriente del occidente, así aparta de nosotros nuestros pecados.
Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles;
Él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo.
¡Bendigan al Señor, todos Sus ángeles, Sus servidores, los que cumplen Su voluntad!
¡Bendíganlo todas Sus obras, en todos los lugares donde ejerce su dominio! ¡Bendice alma mía al Señor!.

Oración de Acción de Gracias
Por Santa Gertrudis
OH, TODOPODEROSO y misericordioso Dios, cuya misericordia no tiene límites, y cuya bondad es infinita, te doy gracias con toda mi mente y todo mi corazón por la maravillosa y excesiva bondad que me haz mostrado al tan agraciadamente perdonar todos mis pecados y restaurarme a Tu gracia y favor. Bendita sea Tu compasión Divina, oh Dios mío, y bendito sea el incomprensible amor de Tu amado Hijo, que Le hicieron instituir tan gentil y tan poderoso remedio para nuestros pecados. Por lo cual, en unión con todas las acciones de gracias que alguna vez han ascendido a Ti desde corazones verdaderamente arrepentidos, canto en voz alta Tus alabanzas en nombre de todos en el Cielo, la tierra y en el Purgatorio, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración para antes de Realizar la Penitencia Sacramental
Por Santa Gertrudis
YA que Te he insultado tan gravemente, oh más tierno y amoroso Dios, con mis muchos pecados y negligencias, ahora estoy listo para hacer perfecta satisfacción a Tu Justicia Divina al máximo de mi capacidad. Con este fin fielmente y muy reverentemente haré la penitencia que me fue dada por mi confesor en Tu nombre. ¡Ojalá la pudiera llevar a cabo con tan gran devoción y amor como para darte un honor y un deleite mayor al insulto y ultraje de mis pecados! Para que esto sea así, uno y mezclo mi penitencia con todas las obras de satisfacción que Tu Hijo amado realizó durante los treinta y tres años de Su vida en la tierra; y en unión con Sus ayunos, Sus vigilias, y Sus oraciones, Te ofrezco esta penitencia y oración mía. Mirame, por lo tanto, oh más amoroso Padre, a mí, Tu deudor más ineludible, ahora postrado a Tus pies, deseando hacer para Ti una satisfacción y reparación adecuada de todos los insultos y heridas que Te he ofrecido, y dame la fuerza y ​​la gracia para decir esta oración según Tu santísima voluntad. Amén.
(Ahora, haz tu penitencia sacramental, y luego di:)
OH, Padre amoroso, Te ofrezco mi Confesión y mi satisfacción en unión con todos los actos de penitencia que alguna vez hayan sido ofrecidos para la gloria de Tu santo Nombre; suplicándote que lo aceptes, y para que sea aprovechado mediante los méritos de la Pasión de Tu Hijo amado, y por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos Apóstoles, Mártires, Confesores y Vírgenes. Lo que me haya faltado en la preparación sincera y honesta, en la perfecta contrición, en franca y clara confesión, lo encomiendo al más amoroso Corazón de Tu Hijo unigénito, ese Tesoro de todo bien y de toda gracia, con cuya desbordante abundancia todas las deudas contigo son completamente absueltas; para que a través de Él todas mis negligencias y defectos en la recepción de este Santísimo Sacramento queden plena y perfectamente abastecidas, para Tu alabanza y gloria eterna, y para que efectivamente me absuelvas en el Cielo, así como Tu ministro me ha, con Tu autoridad, absuelto aquí en la tierra, a través de Cristo nuestro Señor. Amén