Consejo para la Comunión

San Leonardo de Puerto Mauricio ofrece este consejo para la recepción de la Comunión:

A fin de facilitar la práctica de una excelencia tan grande, reflexiona sobre lo que tienes que decir. Cuando el sacerdote este a punto de darte la Comunión en la Santa Misa, tú, manteniéndote calmado externa e internamente, despierta en tu corazón un acto de verdadera contrición, y humildemente golpeándote el pecho, en señal de que te reconoces indigno de una gracia tan grande, haz todos los actos de amor, de entrega, de humildad, y el resto, que estás acostumbrado a hacer cuando te comunicas sacramentalmente, y luego desea, con un vivo deseo, recibir a tu buen Jesús, velado en el sacramento para tu beneficio.

Y para encender tu devoción, imagínate que la Santísima María, o algún santo, tu santo defensor, está sosteniendo la Partícula sagrada; imagínate recibiéndola, y luego, abrazando a Jesús en tu corazón, respóndele, una y otra vez, con palabras interiores impulsadas por amor: "¡Ven!, Jesús, mi Amado, ven adentro de este mi pobre corazón, ven y sacia mis deseos, ven y santifica mi alma; ¡ven, dulcísimo Jesús, ven!". Dicho esto, mantente quieto, contempla a tu buen Dios dentro de ti, y, como si realmente te hubieras comunicado, adóralo, dale gracias y realiza todos aquellos actos interiores a los que estás acostumbrados después de la Comunión sacramental.


Comunión espiritual por san Alfonso María de Ligorio

Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.

(Pausa en silencio para adoración)

Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.

O bien:

Jesús mío, creo firmemente que estás en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo tenerte en mi alma. Ya que ahora no puedo recibirte sacramentalmente, ven espiritualmente a mi corazón.

(Pausa en silencio para adoración)

Como si ya hubieses venido, te abrazo y me uno a ti: no permitas que me aparte de ti. Amén .


 “Si ustedes practican el santo ejercicio de la comunión espiritual bastantes veces al día, en un mes se encontrarán completamente cambiados” —San Leonardo de Puerto Mauricio